Mandalear. El mandala como metáfora de la experiencia vital
Amo las metáforas. Me encanta todo lo que dicen más allá de las palabras. Por eso también me gusta dibujar y pintar mandalas.
Primero es la hoja en blanco: el vacío.
Después hay un punto central: vos, una en el medio de la nada.
Luego, un círculo alrededor: la delimitación de tu propio universo. Lo inmenso e infinito se circunscribe un poco. Delimitación tempo – espacial. El borde entre lo personal y lo político.
Y dentro, más tarde, la forma y el color que, ese/tu universo, va a ir adquiriendo. Tu particularidad, tu vida, tus decisiones, tu experiencia. Lo personal.
La experiencia práctica en las decisiones: la dirección, las formas, los colores, los matices, las luces, las sombras, la intensidad, en el tiempo que (no) le des y un largo etcétera. Subjetividad en acción.
Decisiones propias pero no aisladas. Siempre conexión. Con el tiempo – espacio, el ambiente, los/as otro/as, las emociones, los pensamientos, lo colectivo y tanto más. Lo personal es político.
Hace poco más de 4 años decidí salir de mi inercia de “yo no sé dibujar” e intentarlo. Luego de unos meses de autoinvestigación y de práctica solitaria, con un libro bajo el brazo, me encontré con Guadalupe Brizuela y recorrí toda su propuesta llevándolo a la práctica. Y encontré un mundo más allá de atreverme a dibujar por eso, quiero compartirlo.
A lo aprendido y transitado le sumé más numerología de la que ya habíamos transitado, geometría sagrada, prácticas de meditación en otros formatos y experiencia, mucha experiencia.
A partir de mi propia integración y de lo que sigo aprendiendo y aprehendiendo, te propongo un espacio para sumergirte en el mundo del diseño y los colores de tu propia vida o de algún área particular de ella: ir paso a pasito desde encontrar tu centro a concretar toda tu intención en el papel y en la vida misma.